viernes, 15 de febrero de 2013

De malabaristas y consultores


Os dejo una pequeña reflexión que me ha surgido últimamente...

Un buen consultor de comunicación es como un buen malabarista. Debe prestar atención a cada cliente, como el malabarista la presta a todas sus bolas. Dedicarles a cada uno el mismo esfuerzo, la misma exigencia y el mismo trabajo para que se mantengan en equilibrio. Para que ninguno caiga, para que ninguno tropiece, para que ninguno resbale. 

Al igual que el malabarista, el consultor  no puede perder de vista ninguno de sus elementos ni un solo segundo,  no puede quitar el ojo de encima nunca a ninguno de sus clientes. Todas las bolas, y todos los clientes, son y han de ser igual de importantes. Un parpadeo, un despiste, un mal juego de brazos y el círculo perfecto que has creado en el aire se romperá.

No es sencillo mantener siempre el mismo ritmo. Cada bola y cada cliente, tienen un peso propio, una forma y unas características que debes conocer, respetar y cuidar para poder ofrecerles el impulso que se merecen y que necesitan.  

Y así es el trabajo. El malabarista coge una bola y lanza otra, coge una y lanza otra... El consultor, por su parte, hace un trabajo para un cliente y salta al siguiente, para al segundo, volver a saltar a otro, o al mismo de antes, o a otros diferentes, según se presente el día. Y ese ciclo nunca debe cesar.

Porque ni para las bolas, ni para los clientes, la memoria de que una vez estuvieron en lo alto tiene importancia. Importa cada segundo, cada movimiento, no el anterior. 

Y si una bola se sale del equilibrio, si un despiste hace un cliente piense que has bajado el nivel, el consultor, como el malabarista, tendrá que desplegar toda su destreza para intentar mantenerlo en el aire, para evitar, con sus hombros, con su cuerpo o con sus brazos que no alcancen el suelo. Porque el consultor y el malabarista saben que una vez pisado el suelo es difícil, si no imposible, volverlos a levantar.

Y si como buen consultor, o buen malabarista, intentas agacharte y recogerlos, poner  todas tus fuerzas en levantarlos de nuevo, sabes que todo se hará más complicado, porque no puedes perder de vista al resto, y mantener su equilibrio desde esta nueva posición para que no comiencen también a caer será más difícil.

El trabajo del malabarista no cesa nunca. El del consultor tampoco. Y al final lo único que importa en ambos casos es el momento actual

No debemos olvidarlo nunca.

2 comentarios:

  1. Muy buena comparativa la de consultores-malabaristas. En mucha menor medida, ahora con las redes sociales y si tienes blog, tienes que atender muy bien todas las visitas, responder comentarios y hacer que cada seguidor se sienta especial.
    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Hola Ángela,
      En cierto sentido, tienes mucha razón.
      Muchas gracias por comentar!
      Un saludo

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